La exhibición se apropia de la arquitectura del espacio, intervenido con dibujos emplazados en los muros y piso, recreando un espacio virtual; es una silla, un armario o un arrimo, los elementos que invitan a ingresar a un sitio que está más allá del muro. Junto a ello se despliega un conjunto de pinturas de mediano y gran formato, realizadas en tela suelta que apelan a la memoria íntima de un hogar pretérito, las que se acomodan como montones de telas dispuestas sobre sal, invocando a la memoria embalada que se desea preservar.

Esta exposición, evidencia de un ciclo de creación que se dio inicio hace más de 25 años y que concluye con la deshabituación de la casa como nido, refugio y ensoñación de una historia familiar.